Los coches de plaza |
A mediados del siglo XIX aparece el concepto de coche de plaza o punto, llamado así por tener un punto concreto de parada. Es el mismo servicio que ofrecen los coches de alquiler del siglo pasado con la única diferencia -aunque importante- de la gran densidad de vehículos que se dan cita en las calles de la capital. Según establecen las diferentes leyes aparecidas en este periodo, tanto los dueños de carruajes de alquiler como los empleados deben estar matriculados en el resgistro correspondiente del Ayuntamiento. Los primeros bandos aparecen en 1801 y 1804 y recuerdan que "...todos los dueños de coches de colleras, calesas -en la imagen de la derecha-, calesines, tartanas y otros cualquiera carruajes destinados a alquilarse para servicio del público, y sus criados -es decir, los taxistas asalariados- acudan en el preciso término de 15 días a la Escribanía de Gobierno de la Sala a alistarse, con la especificación de sus nombres, apellidos, naturaleza, vecindad y estado, bajo multa de veinte ducados". |
Calesa
del siglo XIX propiedad del Ayuntamiento de Madrid. En depósito
en el Museo de Carruajes de Madrid. Foto: Javier Leralta
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Los coches a la calesera |
Los coches a la calesera comienzan a circular por la capital a finales del reinado de Fernando VII. En 1846 el Ayuntamiento de Madrid elabora un índice con la relación de coches que prestan este servicio público. Los carruajes a la calesera, llamados así por el uniforme que llevaban los cocheros, parecido al de los conductores de las antiguas calesas, ofrecen un servicio regular de transporte de viajeros con recorrido fijo entre el interior de la ciudad y la periferia. Estos coches comunicaban el centro urbano con algunos puntos periféricos que entonces se encontraban un tanto alejados de la ciduad como las Ventas del Espítiru Santo -actual zona del Puente de Ventas-, Tetuán, Puente de Vallecas, plazas de Toros y estaciones del ferrocarril. Las paradas eran de dos tipos: fijas y accidentales, la primeras estaban situadas en las plazas del Hospital General (Atocha), Segovia, Bilbao, Santa Bárbara, Puerta de Toledo, Progreso e Independencia, y las segundas en la Puerta del Sol, plazas del Ángel, Cebada y San Marcial (Plaza de España) y Cuesta de la Vega. En estos espacios tanto los mayorales como los cobradores tenían prohibido anunciar a gritos los asientos vacantes y el destino del servicio. - |
En
la imagen un ómnibus de 1875, uno de los carruajes a la calesera
más populares del siglo XIX. Museo de Hervás. Foto:
Javier Leralta
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Coche
de varas de 1850, tipo tartana, utilizado como carruaje de transporte
de viajeros entre ciudades y pueblos. Museo de Hervás. Foto:
Javier Leralta
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MODELOS DE COCHES A LA CALESERA BREAK: Coche descubierto de cuatro ruedas, con varios asientos y diferentes clases o modelos. El más común fue el break-ómnibus, que disponía de un pescante muy alto, otro asineto más bajo detrás para dos personas y dos asientos más, dentro de la caja, en posición vis a vis. Tiraban del carruaje cuatro o cinco caballos, dos en tronco y dos-tres en potencia que ejecían de guía. TARTANA: Carruaje muy utilizado en las regiones del Mediterráneo y también en la capital. Fue un coche de cubierta abovedada y asientos laterales con capacidad para ocho-diez personas. El enganche se realizaba en limonera, disponía de dos o cuatro ruedas y la entrada era trasera. |
ÓMNIBUS Este tipo de carruaje fue un precursor de los actuales autobuses. El primer servicio comenzó a circular en 1843 con tres líneas que unían el centro de la ciudad con zonas periféricas como el Retiro, Chamberí y la Puerta de Atocha. El billete costaba un real y el carruaje era tirado por cuatro animales que con el paso del tiempo fue modificando en capacidad y tiro, pasando de ocho a veintidós plazas.-
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Ómnibus
que circuló por París a finales del XIX y principios
del XX, similar a los carrruajes de caminos que transitaron por
Madrid y alrededores. Historia del Coche. Luis Soler. Ed.
Cigüeña 1952
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