EL COCHE SIMÓN

Un auto del 26 de mayo de 1704 ordenaba a "los dueños y alquiladores de coches, carros, galeras y literas no los puedan tener de noche en las calles; y en cuanto a dejarlos en ellas de día no se hiciera novedad ni se les impidiese, con calidad de que no embaracen el paso". Junto a los tradicionales coches o carruajes de alquiler como las mulas, literas, sillas de mano y calesines, aparecen otros modelos como las estufas (carrozas acristaladas), carrozas, calesas y furgones.

A mediados del siglo XVIII apareció un nuevo concepto de carruaje de alquiler que daría nombre a uno de los coches más castizos que ha tenido la historia de la circulación en Madrid: el coche simón. Este vehículo se popularizó tanto entre la población madrileña que cualquier carruajes de alquiler fue llamado simón. Según Ángel Fernández de los Ríos, el origen del término simón procedía de los "servicios que a Fernando VI había prestado en las jornadas a los Sitios un alquiladro de coches de colleras llamado Simón González". A pesar de los novedoso de la empresa el servicio no gozó de buena prensa y pronto empezaron a recibir múltiples críticas por el estado de los coches y animales. El alquiler del coche debía ser necesariamente de medio día y costaba 50 reales más 10 de propina.

Coche de caballos típico de Sevilla, idéntico a los que circularon por Madrid en los siglos XVIII y XIX. Este milord fue llamado popularmente Manuela.

OPINIÓN DEL MARQUÉS DE LA VILLA DE SAN ANDRÉS SOBRE EL COCHE SIMÓN

"Los que alquilan, a quienes llamana Don Simón (cuyo bautismo tomaron del primero que fundó la orden rigurosa de alquilarlos), puesto que cuestan cuarenta reales por día o cincuenta pesos por meses cuando menos, son tan infames, tan desfirrapados, tan flacas las mulas y tan borrachos los cocheros, que es entrar en ellos simonía; y con tal desprecio se usa de ellos, que menos afrentoso es nadar en este golfo de basura, que pasar de un mar a otro embarcado en ellos. Son muy pocos, nadie va en ellos a el paseo... sirven para visitas de señoras doñas juanas, para bautismos de pobres, para enfermos, para forasteros que no saben donde se han metido, para alguno que le precisan sus negocios en ocasiones que llueve y para otras aventuras de Venus...".

 

Circulación de coches de alquiler por el paseo del Prado en 1782. Madrid: Memoria de la luz. Ayto. Madrid 1995

LOS COCHES DILIGENTES

Una de las novedades que aparecen a finales del siglo XVIII es la creación de un sistema de coches de alquiler con parada fija que ofrecen un servicio por horas o trayectos. Aunque el alquiler de medios de transporte comienza a desarrollarse a lo largo del último tercio del siglo XVI como es el caso de las sillas de manos y mulas, o a primeros de este siglo, como ocurre con el de coches y literas. Pero los coches diligentes aportan innovaciones y novedades y puede ser considerado como el precursor de los futuros taxis madrileños, es decir, no se parecen en nada a los que prestan servicio en la ciudad hasta el momento.

El 14 de septiembre de 1792 el monarca Carlos IV aprobó el establecimiento de los coches diligentes. El beneficiario fue don Francisco Tolosa y los coches, similares a los carruajes Fiacres de Francia, debían ser tirados por dos buenas mulas y el cochero debía ir vestido de librea, casaca y calzón verde, chaleco y botones de metal dorado. Como prueba empezaron a circular 12 coches situados en varios puntos de la ciudad como las plazas de la Cebada, Puerta del Sol y Santo Domingo. El servicio se prestaba de 7 a 13 y de 15 a 23 horas de abril a septiembre y el resto del año se recortaba el servicio una hora por la mañana y otra por la noche excepto los días especiales como los de toros y al finalizar las funciones teatrales.

Spider con capota y freno manual de 1705 Museo de Hervás. Foto: Javier Leralta

Los coches eran de 4 asientos y se prohibía a los cocheros que fueran ocupados por más viajeros aunque a la zaga del carruaje podían viajar hasta 2 criados. Todos los vecinos de la villa podían utilizar el nuevo servicio público menos las personas indecentes que pudieran perjudicar su limpieza con trajes poco higiénicos "como los Carboneros, Aceiteros, Tocineros y otros de esta naturaleza".
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