LOS CARRUAJES DE TRANSPORTE
El transporte de mercancias es uno de los principales problemas circulatorios del Madrid de principios de siglo. Un bando de 1813 intenta poner algo de orden entre tanto despropósito circulatorio de carros, carretas y mulas y dispone que "...los Trajineros de cargas de carbón, leña, esteras y otras deberán andar transeuntes por las calles para procurar su venta sin pararse en ellos, a excepción del tiempo que sea preciso para el ajuste de la carga o cargas de estos efectos". En la primavera de 1847 se publica la Ordenanza de Policía Urbana y Rural que regulaba el horario de reparto y los derechos de paso en las calles estrechas:
"Las carretas de carbón, madera, ladrillos, piedra, mantenimientos y demás cargas deben salir y hallarse precisamente fuera de las puertas de esta Villa a las 9 de la mañana en los meses de Abril a Septiembre inclusive y a las diez los restantes". Sobre el sentido de la circulación se ordena que "...cuando se encuentren en una calle dos o mas carruajes, tomará cada uno su derecha, si la calle es angosta retrocederá el que venga de vacío; si ambos vinieran cargados o vacios, retrocederá el que esté más próximo a la primera esquina, y si la calle hicire cuesta, lo hará el que sube". -

 

 

OPINIÓN DE MARIANO JOSE DE LARRA SOBRE EL TRANSPORTE DE VIAJEROS EN EL SIGLO XIX

"Si se le ocurría a V. hacer un viaje, empresa que se acometía entonces por motivos muy poderosos, era forzoso recorrer todo Madrid, preguntando de posada en posada por medios de transporte. Estos se dividían entonces en coches de colleras, en galeras, en carromatos, tal cual tartana y acémilas. En la celeridad no había diferencia ninguna; no se concebía cómo podía un hombre apartarse de un punto en un solo día más de seis a siete leguas; aún así era preciso contar con el tiempo y con la colocación de las Ventas; esto, más que viajar, era irse asomando al país, como quien teme que se acabe el mundo al dar un paso más de los absolutamente indispensable. En los coches viajaban sólo los poderosos; las galeras eran el carruaje de las clases acomodadas, viajaban en ellas los empleados que iban a tomar posesión de su destino, los corregidores que mudaban de vara; los carromatos y las acémilas estaban reservados a las mujeres de militares, a los estudiantes, a los predicadores cuyo convento no les proporcionaba mula propia. Las demás gentes no viajaban y semejantes los hombres a los troncos, allí donde nacían morían".-

DE CUANDO SE DERRIBAN CONVENTOS E IGLESIAS Y LA CIUDAD PARECE OTRA
Entre 1809 y 1812 el gobierno de José I dicta una serie de leyes encaminadas a cambiar la imagen interior de la ciudad basadas en 3 objetivos: crear grandes avenidas y trasladar los mataderos y cementerios a las afueras. Algunos proyectos se ejecutan y otros no. Durante el periodo de dominación francesa se derriban los conventos de Santa Catalina de Sena, que facilita la ampliación de la plaza de las Cortes, el de Santa Ana, con mejora de la calle del Príncipe, el de San Gil, que da lugar a la ampliación de la plaza de Oriente, y el de los Mostenses, dando origen a la actual plaza homónima, junto a la Gran Vía. También se levantan dos camposantos, el primero el General del Norte, construido en 1809 cerca de la actual plaza de Quevedo, a las afueras de la puerta de Santa Bárbara; y el segundo fue el del Sur, levantado en 1810 cerca del puente de Toledo, al otro lado del río Manzanares.-
En plena fiebre desamortizadora, entre los años 1835 y 1836, caen bajo la picota más edificios religiosos y así se abren la calle de Espoz y Mina, junto a la Puerta del Sol, y las plazas de Pontejos, Bilbao, Tirso de Molina. Otro momento cumbre de las transformaciones urbanas fue el periodo de mandato del regidor Mesonero Romanos, con cambios importantes en el viario de las zonas y barrios de Barquillo, Sol-Embajadores-Mayor, Bailén y Huertas. Pero todas estas reformas se enfrentaron a un grave problema de crecimiento: la tapia levantada en 1625 durante el reinado de Ferlipe IV que rodeaba el casco viejo de la capital. La revolución de 1868 ordena derribarla y la Villa cambia su aspecto urbano y empiezan a levantarse casas al otro lado de los paseos del Prado, Recoletos y Castellana. De esta manera nacen los nuevos barrios de Chamberí, Salamanca, Retiro, Tetuán y Arganzuela, gracias a la Ley del Ensanche proyectada por Carlos María de Castro.-
El traslado de los restos de Calderón de la Barca inaugura el viaducto Bando regulando la circulación de vehículos en la Semana Santa de 1899
El 13 de setiembre de 1874 se inauguró el nuevo viaducto sobre la calle de Segovia con el traslado de los restos de Calderón de la Barca de la basílica de San Francisco el Grande al cementerio de San Nicolás, cerca de la actual calle de Méndez Álvaro. El puente, que por fin salvaba el barranco de la calle de Segovia, unía el barrio de la Morería con la plaza de España y fue proyectado por el arquitecto municipal Eugenio Barón. Se levantó en hierro, medía 130 metros de longitud y 23 de altura. Unos días más tarde se abría al público el paseo de Coches del parque del Retiro.-
Los actos religiosos del jueves y viernes santos obligaban a cortar el tráfico en la zona centro entre las 10 de la mañana y las 7 de la tarde. Sólo se permitía la circulación a los coches-correos, diligencias y ómnibus, a los coches del juzgado de guardia y carruajes de baños para enfermos, a los carros militares y de limpieza, a los coches del Cuerpo Diplomático y de las autoridades, a los carruajes de los profesores de medicina y cirugía y a los coches del servicio funerario y de conducción de carnes. Las limitaciones horarias también afectaban a los tranvías.-

Imagen del viaducto de hierro inuagurado en 1874. Vista desde las Vistillas. Diario 16. Colección de postales de Madrid

Circulación de coches de caballos y carretas por la glorieta de Cuatro Caminos, zona del nuevo ensanche. Diario 16

Circulación de coches por el Pº del Prado, antaño de Trajineros, una de las vías con más tránsito a fines del XIX. Diario 16

LA CIRCULACIÓN DE COCHES Y EL AUMENTO DE LOS ATROPELLOS

OPINIONES SOBRE EL TRÁFICO DEL PASEO DEL PRADO

En 1872 Luis Teste, gran viajero de los caminos de España, indicaba sobre el paseo del Prado lo siguiente: "los paseantes acuden pronto a un sitio como a otro, según la moda. Puede uno sentarse en sillas o sillones de hierro. La gente permanece allí hasta bien avanzada la noche, bajo la discreta claridad de los faroles. En invierno y primavera el paseo varía. Un mes comienza en la calle de Alcalá y va hasta la Casa de la Moneda (esquina de Goya con la plaza de Colón); otro mes se sitúa más allá de la Carrera... la Castellana. La calzada está intransitable por las cuatro hileras de coches, la mayor parte de a dos caballos. Hay landós, victorias, belinas, cupés, cestos, cestas, tílburis y coches de familia que datan de Carlos III, el restaurador del Prado... Si la señora es joven y bonita, el coche es descubierto. Si la dama tiene los cabellos blancos, pero buena salud, el coche sigue siendo descubierto. Si tiene cuarenta años, o es fea o enferma, el coche va cerrado".-

LAS MEDIDAS MUNICIPALES PARA EVITAR LOS ATROPELLOS

En 1808 se ordena a los Alcaldes de Barrio que obligen a los alquiladores de mulas, caballos y coches a controlar los permisos de los conductores. En 1814 los Alcaldes de Casa y Corte mandan a los cocheros que no se separen de los carruajes y animales para evitar que caminen sueltos. En 1821 se prohibe correr, galopar o trotar por las calles y plazas de la Villa para evitar tanto atropello. Pero como los consejos y prohibiciones, que se recuerdan con frecuencia, no resultan efectivos, la Casa de Alcaldes publica un bando en 1828 que sanciona a los conductores reincidentes con penas de hasta seis años de presidio en África. Y para evitar la huída de los malos conductores se elabora una estadística en 1844 con el número de carruajes que hay en la ciudad. A cada coche se le asigna un número, una especie de matrícula que en 1865 se completa con la obligación de llevar faroles por la noche, uno a cada lado del conductor.-

DONDE SE RESEÑAN LOS TALLERES DE FABRICAR COCHES
El Gran Taller de Coches de Recoletos es sin lugar a dudas la fábrica más importante y prestigiosa que tiene Madrid en este siglo. Además está considerada como la primera del país en su categoría. Cuenta con 14 fraguas, talleres de cajistas, talladores, torneros, carpinteros, pintores, guarnicioneros y una impresionante máquina de vapor de 13 caballos que da movimiento a varias sierras circulares y perpendiculares. Estaba situada en el paseo de Recoletos, en el solar donde estuvo el convento de Agustinos Recoletos hasta que fue derribado en 1836. De la fábrica salían la mayoría de los modelos que circulaban por las calles de la capital y otras ciudades: carretelas, berlinas, furgones, galeras, carros de transporte y hasta los carruajes de las caballerizas reales. Trabajaban a diario de 150 a 200 obreros de los cuales un tercio eran franceses. En 1823 había en la capital 29 talleres de carruajes.-
DE CUANDO SE PONE ORDEN EN EL ESTACIONAMIENTO DE COCHES EN EL CENTRO
En 1801 la Sala de Alcaldes de Casa y Corte publica uno de los primeros bandos que regulan el estacionamiento de carruajes. El mandado municipal aclaraba... "que ningún coche, calesa, calesín, tartana, ni otro carruaje de alquiler, se ha de situar ni estar parado para este ni otro fin en todo el distrito de la puerta del Sol, y demás sitios públicos donde impidan el tránsito de las gentes, debiendo hacerlo en la calle de Alclá y acera de Buen Suceso, desde la puerta de esta iglesia por dicha calle hasta la ancha de los Peligros; y en la plazuela de la Cebada, desde la esquina de la calle del Viento hasta la de la iglesia de N. Señora de Gracia; dejando en uno y otro sitio salvar la acera...".-
Otro bando de 1811 ordena a los taxistas de entonces a que dejen sus coches de caballos parados en las siguientes calles:"...en la de las Carretas, poniéndose el primero que llegue en el esquinazo de la Casa de Correos, y los demás a continuación, en una sola fila... Los calesines se colocarán en igual forma en la calle de Alcalá y acera del Buensuceso... En la calle de Toledo esquina de La Latina se pondrá bajo el mismo sistema, otra fila de calesines... Los carros de Aduana establecerán su estancia en la misma calle de Alcalá..". A lo largo de todo el siglo los lugares de parada de los coches de alquiler fueron los mismos con algunos cambios de afectaban a las aceras y lugares próximos a las paradas de los tranvías.-
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